Prácticas 2011-2019 | Simón Pérez

Inkilino Records [IR012]

Las obras electroacústicas aquí reunidas comparten la necesidad de responder a una práctica artesanal sobre decorrelaciones entre flujos y objetos sonoros, explorando volúmenes ficticios y temporalidades aletargadas. 

The electroacoustic works collected here share the need to respond to an artisanal practice on decorrelations between flows and sound objects, exploring fictitious volumes and lethargic temporalities. 

CRÉDITOS CREDITS

Composición Composition 
SIMÓN PÉREZ

Grabación y mezcla Recording and mixing
SIMÓN PÉREZ

Foto de tapa Cover image 
LUCIANA MARDEGAN

Diseño de tapa Cover design 
PABLO VERÓN

Texto Liner notes 
SANTIAGO JOHNSON 

Mastering Mastering
NICOLÁS VARCHAUSKY 

Producción Production 
NICOLÁS VARCHAUSKY & DAMIÁN ANACHE

Agradecimientos Acknowledgements A Elsa Justel, Maria Costa, Miguel Garutti, Luciana Mardegan, Nicolás Varchausky y a mi familia, de quienes sus consejos fueron imprescindibles para llevar a cabo este álbum.

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Notas Liner Notes Santiago Johnson

Y es que está claro que la materia en movimiento no se asienta compacta, pues vemos menguar cada cosa y advertimos que a lo largo del tiempo todo, por así decirlo, fluye.

Y es que si no tuvieran por costumbre desviarse, todas las cosas hacia abajo como gotas de lluvia irían cayendo a través del hondo vacío, y no surgirían encuentros ni se producirían golpes entre los principios: de esta manera la naturaleza no produciría nada.

(Lucrecio, De rerum natura, II, 65, 220)

Lucrecio era poseedor de un secreto. Él sabía que por detrás de las formas y los cuerpos no se esconden dioses caprichosos ni ideas trascendentes, sino que late una materia animada, impredecible. Clinamenes el nombre con el que designó la capacidad de los átomos para apartarse de sus trayectorias de manera espontánea y recombinarse en agrupamientos novedosos, permitiendo el surgimiento de concatenaciones que no respondan a una necesidad impuesta desde afuera. De acuerdo con Deleuze, el clinamen es una relación diferencial que habita dentro de la materia: artífice de una causalidad sin destino, lo material ya no es topos de la pasividad, sino el escenario donde las potencias de lo diverso juegan con la declinación de sus causas y la conjugación de sus efectos. Contra las implicancias teológicas del vacío y la unilateralidad, todo acontecimiento surge de un encuentro.

Simón Pérez propone un devenir-con la materia sonora. Allí, la máxima rigurosidad técnico-compositiva y el formalismo transmutan en exploración de las fuerzas narrativas inmanentes al sonido, y la música, en exploración especulativa. Sensibles a sus capacidades morfogenéticas para desplegar desde sí estructuras que condensen sus estados posibles, estas obras pueden escucharse como micromontajes que escenifican prácticas de intimidad y alianza. Nos llevan a pensar que el espacio y el tiempo jamás anteceden a las cosas, sino que son efectos poéticos que emanan de ellas. Fluyendo entre inercias y pequeñas desviaciones, hacen evidente que las fuerzas plásticas del sonido y sus inscripciones intensivas tienen la capacidad de expresarse a sí mismas en objetos, estructuras y relatos.

¿Cuáles son los límites para el juego de transposiciones entre lo concreto y las abstracciones disectivas de lo sonoro? La sobreimpresión de causas y efectos en la confluencia bidireccional entre compositor y material nos brinda una matriz en la cual desde ambos polos se proyectan funciones formales y narrativas. Quizás de los agujeros que uno imprime sobre el otro emerja ese lugar donde se confunda, por fin, la agencia real de los estados de las cosas y los mundos posibles que la ficción arrastra consigo. 

And it is clear that matter in motion does not settle compact, because we see each thing diminish and we notice that throughout time everything, as it were, flows.

And it is that if they were not in the habit of deviating, all things downwards like raindrops would fall through the deep void, and no encounters would arise or blows between the principles: in this way nature would not produce anything.

(Lucretius, De rerum natura, II, 65, 220)

Lucretius was the possessor of a secret. He knew that behind forms and bodies there are no capricious gods or transcendent Ideas, but an animated, unpredictable matter beats. Clinamen is the name with which he designated the ability of atoms to deviate from their trajectories spontaneously and recombine in novel groupings, allowing the emergence of concatenations that do not respond to a need imposed from outside. According to Deleuze, the clinamen is a differential relationship that inhabits matter: the architect of a causality without destiny, the material is no longer moles of passivity, but the stage where the powers of diversity play with the decline of its causes and the conjugation of their effects. Against the theological implications of emptiness and one-sidedness, every event arises from an encounter.

Simón Pérez proposes a becoming-with the sound matter. There, the maximum technical-compositional rigor and formalism transmute into exploration of the narrative forces immanent in sound, and music, into speculative exploration. Sensitive to their morphogenetic capacities to unfold structures that condense their possible states from within, these works can be heard as micro-montages that stage practices of intimacy and alliance. They lead us to think that space and time never precede things, but that they are poetic effects that emanate from them. Flowing between inertia and small deviations, they make it evident that the plastic forces of sound and its intensive inscriptions have the capacity to express themselves in objects, structures and stories.            

What are the limits for the game of transpositions between the concrete and the dissective abstractions of the sound? The superimpression of causes and effects in the bidirectional confluence between composer and material provides us with a matrix in which formal and narrative functions are projected from both poles. Perhaps from the holes that one imprints on the other, that place emerges where, at last, the real agency of the states of things and the possible worlds that fiction drags with it are confused.